miércoles, 27 de junio de 2007

Castración química: Término a los impulsos sexuales


La castración química es un procedimiento médico en el cual un individuo se somete a inyecciones que impiden la correcta producción de hormonas como la testosterona, inhibiendo los impulsos sexuales hasta en un 90%.

Algunos médicos encuentran que el término "castración" está mal empleado en estos casos, pues en ningún momento se relaciona con un procedimiento quirúrgico en el que se extirpen los testículos para provocar la esterilidad. En regiones del mundo como el África Subsahariana se usa como método de control de natalidad.

La técnica química que implica la inutilización de los testículos es sólo temporal, por lo que el sujeto debe inyectase antiandrógenos cada cuatro o seis meses según especifique el profesional a cargo. El fármaco actúa en el cerebro, específicamente en la glándula hipófisis, inhibiendo la producción hormonal.

Los individuos que en algunas regiones de occidente se someten al tratamiento, son aquellos que han sido culpados por crímenes de connotación sexual, como la violación. De esta manera, dejan de ser un peligro para la sociedad y evitan ser enviados a la cárcel. En Chile todavía no se legisla respecto a la implantación del procedimiento, pero en otros lugares, como Suecia, ya se utiliza desde principios de los noventa, reduciendo la incidencia de estos delitos a un 0 %. Hace un año el lìder de la red pederasta "PAIDOS", Rafael Maureira, alias "Zakarach" pidió al poder judicial la posibilidad de someterse al tratamiento, recibiendo una respuesta negativa de las autoridades.

Para lograr la total efectividad del procedimiento, es imprescindible que se mantenga por lo menos durante cuatro años seguidos acompañado de tratamiento psicológico.

Inicialmente, la "castración química" era usada por pacientes con cáncer de próstata avanzado y alopecia androgénica (calvicie). Entre los efectos colaterales de la inyección se encuentran la aparición de osteoporosis, anemia y desarrollo o retroceso de los caracteres sexuales secundarios.

Por Elías Carvajal

Fuentes:

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